Mientras salía del ascensor caminabas lento y sigiloso, sacando suavemente las llaves de tu bolsillo y en la otra llevabas una botella de su vino favorito… noche de lunes, martes, miércoles… en fin, el día solo lo sabías tú…
Tus manos recorrían la distancia que va del bolsillo a la cerradura, lo viste todo… pudiste imaginar lo que había ocurrido en esta misma puerta quizás horas o solo minutos antes; eso era lo de menos…
Lo más importante era lo que había pasado, su cara al abrir la puerta y ver ese enorme ramo de rosas que un correcto mensajero ponía en sus manos, con tus palabras y amor impreso en la tarjeta…
Una invitación a celebrar el aniversario de algo o, por qué no, tal y como en Alicia en el País de las Maravillas, volver a ser niños y celebrar el no aniversario de alguna de esas chorradas inolvidables, que solo existen para dos…
Era el momento de comenzar la fiesta y justo cuando girabas la cerradura se abría la puerta y eras abducido por una mano de mujer…
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